Al amparo de un café
Hace unos días tuve el placer de charlar amigablemente con un grupo de personas, todas ellas mujeres y alumnas del Taller de Dibujo y Pintura de nuestra Casa de la Cultura. (Quiero dejar patente la expresión “nuestra Casa de la Cultura”, en contraposición a “mi Casa de la Cultura”, que es lo que parece defender contra viento y marea la actual Concejal del área, Elisa Lidia).
Delante de unos cafés, estas personas quisieron ponerme al día sobre la penosa situación en la que se encuentra esa aula y la indefensión que sienten ellas mismas. Y lo que se suponía iba a ser una relajada charla, se convirtió a veces en una tensa conversación.
Estas alumnas consideraban que el aula en cuestión es, con diferencia, la mejor de la que dispone el Ayuntamiento, y por supuesto la más adecuada para la práctica del dibujo y la pintura: espaciosa, luminosa, ventilada, iluminada, con agua corriente, etc.
Sin embargo, todas ellas también coincidían en que la Concejal de Cultura no tiene la menor intención de intentar el arreglo de las numerosísimas goteras que hacen inviable el desarrollo de un taller como este. Ciertamente, no cabe en cabeza alguna que el alumnado de un taller tan demandado por los ciudadanos (que pagan religiosamente las cuotas), tenga que interrumpir las sesiones con sus lienzos estropeados, mojadas sus vestimentas y saltando charcos constantemente. “Dentro del aula llueve igual que en la calle”, aseguraban.
No comprendían por qué la Concejala de Cultura se gasta innecesariamente una cantidad ingente de euros en superfluas y repetitivas actividades, y sin embargo no tiene la mínima sensibilidad con respecto a los alumnos y alumnas que utilizan los espacios de la Casa de la Cultura a través de unos talleres que oferta el Ayuntamiento, concretamente la Concejalía de Cultura. “Esta señora ha caído en la hiperactividad”. “Lo que está pasando con la programación cultural es irrisorio, desproporcionado y caprichoso”. “Es una locura”. “Da la impresión de que con tanta actividad intenta contrarrestar el avance de VOX”. Estas fueron algunas de las frases que apunté sobre la marcha y que ahora transcribo literalmente.
“Es una locura”, decían estas vecinas. Me temo que la palabra “locura” no es la más apropiada para justificar los próximos proyectos culturales de una persona que, al parecer, pretende llegar a ser la próxima alcaldesa de Tres Cantos.
Finalizada la reunión, quedamos en vernos próximamente. Agradezco la confianza de estas personas que, con el pretexto de un café, me transmitieron su malestar y sus temores. Y haré lo que esté en mis manos para contrarrestar esta situación.
Volví a reafirmarme en la idea de que este equipo de gobierno se ha olvidado de las personas. Somos simplemente “gente” a la que se pretende seducir con miles de luces de colores, infinitas obras en las calles y risueñas actividades culturales.
