Muchos vecinos de la primera y segunda fase – suponemos que también los de Soto de Viñuelas- aún recuerdan el paisaje de la ciudad anterior a la segregación, allá por el año 1991. Según el padrón de habitantes, por entonces éramos 15.431 vecinos y vecinas, aunque dicen que había alguno más sin empadronar. En los datos oficiales de 2020, en Tres Cantos ya somos 48.236 los residentes.
Paisaje tricantino
A nivel de equipamientos públicos, aunque aún estaban por construir el actual ayuntamiento, el polideportivo de la Luz y la Casa de la Cultura, en el año 1991 ya teníamos otro centro cultural (provisional) en el CP Nejapa, después de haber estado “de prestao” en una nave de los estudios de cine Verona entre 1986 y 1991. También teníamos la piscina cubierta en la Avda. de la Vega, delante de la residencia Ballesol, donde ahora se construye otra residencia de mayores. Hace treinta años solo estaba la de Los Camilos, en Escultores, que fue el primero de los equipamientos sociales que tuvo Tres Cantos. Luego vendría el centro de mayores cercano.
Con relación a los colegios, hace treinta años ya estaban en funcionamiento la mayoría de los públicos de la primera fase, salvo el Ciudad de Columbia. El Carmen Hernández Guarch aún mantenía su nombre original, CP Julio Pinto, en honor a un maestro colmenareño. En la segunda fase ya funcionaba el Tierno Galván desde 1986. Le pusieron ese nombre porque a principios de ese año -hace ahora 35- murió aquél carismático alcalde de la capital. Por entonces ya estaban asentados los privados de Casvi -antes Pinosierra desde 1953- y el King´s College desde 1979. Aún no había colegios concertados -Mercedarias y Humanitas-, que llegaron en el presente siglo, pero sí un instituto, el José Luis Sampedro, desde 1984.
En cuanto a transportes públicos, además de los autobuses a la Plaza de Castilla y a Colmenar, precisamente en octubre de 1991 llegó el tren de Cercanías. El primer convoy con viajeros salió a las 7 de la mañana del lunes 21 de octubre, el día siguiente de la inauguración.
A nivel sanitario, desde julio de 1990 ya disponíamos del ambulatorio-centro de salud de Oficios, después de tener que acudir -durante ocho largos años de reiteradas reivindicaciones promovidas por la Asociación de Vecinos- a los médicos de las instalaciones médicas provisionales de Literatos, Pueblos y luego a unos prefabricados casi anexos situados en la parcela pública que ahora ocupa Ballesol. También desde 1990, el párroco Antonio González de las Heras podía decir misa en una iglesia emblemática después de peregrinar por otras capillas.
En cuanto a la centralidad, la zona más poblada y dinámica estaba en la primera fase, y la avenida de Colmenar Viejo era el eje principal donde se concentraba el comercio y los servicios, incluida la biblioteca de Cajamadrid y la parada de taxis. Hasta el ayuntamiento estaba en esa arteria, eso sí, en unos tristes prefabricados de una parcela de Músicos situada frente al sector Oficios, y próximos a donde ahora está un supermercado de Ahorro Más. Ahí sigue la parcela, vacía, una vez que se descartó construir en ella la sede de la Policía Local.
La segunda fase también estaba ya bastante consolidada, con la avenida de Viñuelas como arteria principal. A ambos lados estaban la mayoría de los comercios y bares-restaurantes, aunque en menor cantidad que ahora. Por esa época empezaron a construirse los primeros “unifamiliares” de Los Madroños, que se sumaban a los de PSV y Vitra.
Lo que estaba ”patas arriba” era la zona central. Las infraestructuras y la urbanización de las más de mil viviendas unifamiliares del parque central estaban todavía en obras. Luego se construirían más casas en esa franja que hay entre la avenida del Parque y la estación. Cuando concluyeron, a lo largo de los años noventa, ya quedó más homogénea la trama urbana de la ciudad, antes con dos fases separadas y distantes con un parque por el medio. De ahí viene el título del libro “Tres Cantos, en busca de la trama perdida” que editó la Comunidad de Madrid con motivo de aprobarse el Plan Parcial de 1986, proyecto que reordenaba esa zona central e incluso otras partes de la ACTUR original de 1971. También se prohibió la construcción en la zona oeste, aunque se hizo una excepción para que desde 1986 se instalara allí la AT&T. En el año 1991 Tres Cantos podía presumir de tener grandes empresas punteras en tecnología como la AT&T y Microsoft. Una pena que ambas se hayan ido, pero otras no menos importantes las han sustituido. Más de 37.000 personas trabajan en las empresas de los polígonos, según los últimos datos de afiliación a la Seguridad Social de enero pasado. Podemos estar orgullosos.
El sky line de la zona norte acababa en la parcela de los bomberos de la CAM, operativos desde 1987. Bueno, también hubo durante un tiempo un vivero de plantas, OCOS, que no tenía regularizada su instalación y tuvieron que desmontarlo. Esa zona norte de Tres Cantos, incluyendo la llamada Tercera Fase, es la que más cambios ha tenido en los últimos años. Alguien que hubiese estado ausente de Tres Cantos en los últimos 15 años no la reconocería.
Paisanaje de 1991
¿Y de ocio, qué tal estábamos en el año 1991? Pues poco. Los primeros multicines abrieron en 1984 pero duraron poco. Los más jóvenes se tuvieron que conformar con los futbolines de El Zoco o con algunos bares y pubs ya añorados de las dos fases (Mabean, Montreal, Adrados, JM, Tiffany´s, Casa Chicho, Sawer, etc.), y alguna actividad de juegos y actividades al aire libre en la Casa de la Juventud de Literatos, abierta en mayo de 1988, en la que recalaron para fijar su sede algunas de las primeras asociaciones pioneras que antes habían estado -entre los años 1983 y 1990- en el legendario bar Velázquez. Eso sí, para hacer deporte la oferta siempre ha sido amplia desde mediados de los ochenta y en ambas fases; había que practicar algún deporte minoritario para poder quejarse.
En realidad, los primeros vecinos que llegaron a partir de mediados de 1982 estuvieron sin muchos servicios entre 4 y 8 años. Visto desde ahora no parece tanto, pero los que lo padecieron lo recuerdan como una etapa bastante épica que marcó sus vidas, aunque bastante distinta a la que ahora todos padecemos por culpa del coronavirus.
De aquellos pioneros aún nos encontramos por las calles tricantinas con los líderes vecinales Carmina Juez y Enrique Soto, con los ex alcaldes Eyre (TCU), Natalia Pérez (PP) o Uruñuela (del PSOE, desde el verano pasado ejerciendo de consejero de Educación en el Gobierno de La Rioja), con la medallista paralímpica Laura Oter, con los arquitectos de Tres Cantos SA Luis Mosquera y Jesús Ruipérez, con Luis Miguel Montero –Luismi– de la Casa de la Cultura, con el escritor Guillermo Galván o con las pintoras Conchita Garrote o Luz Galván, con Donato Fernández y Mónica Egea, autores del primer libro de la historia de Tres Cantos, o con nuestro anterior editor Juan Millán, también jubilado. Todos ellos -y bastantes más- ya formaban parte del paisanaje de la ciudad en el año de la segregación, en 1991. Por desgracia, alguno ya no podrá repasar todos estos recuerdos.
Treinta años después, las cosas han ido a mejor para la ciudad, que ya está plenamente consolidada y animada para afrontar los retos futuros cargados de proyectos. La independencia alcanzada el 21 de marzo de 1991 le vino bien a Tres Cantos, tal como presagiaron algunos de los pioneros que defendieron la segregación desde mediados de los ochenta. A Colmenar Viejo tampoco parece que le haya ido mal y, además, mantenemos una buena vecindad. ¡Todos contentos¡