El hijo de Virginia Froilán del Vall murió con cinco años. Una tarde en El Retiro, que debería haber sido de alegría, se trunco cuando un árbol cayó sobre él.
Virginia Froilán del Valle (1979), licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración Pública, después de años de conflicto con la realidad, ha escrito ‘Mamá, eres el amor de mi vida‘ (Ediciones Luciernaga, 2024) para ayudar a otras personas, como ejercicio de autoayuda y por supuesto, para homenajear a Darío.
-
Atreverse a publicar un alma doliente, no parece tarea fácil.
No, no lo es. Sin embargo, según iba avanzando con la escritura supe que el texto podría ser de gran ayuda a otras familias que tuvieran que transitar el mismo camino que yo. En este sentido, superar el pudor a hacer pública mi vivencia no tuvo suficiente peso para negarme a hacerlo. Brindar esa ayuda es un gran regalo de la vida, me anima a continuar y a dar un sentido a todo lo ocurrido.
2. ¿La escritura ha sido de alguna manera una terapia para ti?.
Haber sido capaz de relatar mi proceso de duelo sin duda ha sido sanador a todos los niveles. Llega un momento en el que, después de haber estado tan perdida y donde únicamente te alimentas del sufrimiento extremo experimentado la más absoluta soledad como ser humano, es necesario iniciar un proceso de reconstrucción donde poder ir integrando en tu vida todo lo vivido. Cuando eliges salir de ese modo de supervivencia para iniciar un viaje encaminado a aprender a vivir de nuevo, es preciso ir descubriendo el nuevo ser en el que te vas convirtiendo, y la vía que yo utilicé para ello fue la escritura.
3. Con cada letra escrita has debido tener un recuerdo, ¿ha sido muy duro hacerlo?.
Efectivamente, el dolor siempre está presente. Lo que va modificándose es la relación que mantienes con él. Cuando dejas de resistirte al dolor, comienzas a abrazarlo y a reconocer que forma parte de ti. Empiezas a caminar a su lado y a recoger todos sus aprendizajes. Los recuerdos siempre están presentes y lo que ocurre es que se convierten en los verdaderos tesoros de tu vida. Accedes a tu memoria desde una posición más amorosa. Con el tiempo, las vivencias compartidas se envuelven únicamente de amor. Cuando vas elaborando el duelo te haces muy consciente del valor que tienen las cosas y de todos los regalos que tu hijo trajo a tu vida.
4. Es saludable dejar ir a aquellos vivos y muertos con quienes se ha tenido una intensa relación, ¿tú lo has conseguido o al menos intentado?.
Lo verdaderamente sano es reconocer que las personas importantes de tu vida nunca se van. Puede existir una distancia física pero el amor siempre está presente. Este es el resultado y la finalidad de iniciar un proceso de duelo: integrar la pérdida en la vida y mantener una relación desde lo que es posible en cada momento. Se produce un cambio de percepción a unos niveles muy profundos, vida y muerte son parte de la misma realidad y es ahí dónde te das cuenta de que la muerte es precisamente lo que da sentido a la vida, que es el único acontecimiento que tenemos seguro desde el momento que nacemos y que no le damos la suficiente importancia en nuestro día a día.
5. En el pasado, la muerte no fue algo solitario pero en la actualidad es mucho más intimo. ¿Crees que compartir alivia?.
No estamos preparados para compartir el dolor porque tendemos a huir de él. Es difícil empatizar con el sufrimiento, el propio y el ajeno, porque socialmente no existen unas bases sólidas para hacerlo. El miedo a la muerte siempre está presente y nos focalizamos en él porque tiene un efecto paralizador. Nos asusta pensar en la muerte pero cuando esta llega sin avisar no tienes más opción que adentrarte en la oscuridad y no todo el mundo está dispuesto a acompañarte hasta ese lugar.
6. El título es una frase de tu hijo. Cómo fue.
Simplemente fue maravilloso, Darío quiso dejarme muy claro que era el amor de su vida. Sucedió dos días antes de morir. Insistió en que le mirase a los ojos y con su preciosa sonrisa me dijo: “Mamá, eres el amor de mi vida. No lo olvides nunca”
7. ¿Los amigos y familiares que estamos alrededor de alguien que ha tenido una perdida tan terrible, podemos hacer o decir algo para ayuda a mitigar su dolor?.
Existen protocolos generalmente aceptados a la hora de acercarse a alguien que ha perdido a un ser querido pero que se quedan bastante cortos a la hora de prestar la ayuda que unos padres en duelo necesitan. La muerte de un hijo no es comparable a ningún otro tipo de pérdida. Las personas que fuimos antes de que nuestros hijos fallecieran, fenecen con ellos. Nunca volveremos a ser los mismos. En este sentido, cualquier acercamiento debe ir acompañado de un respeto absoluto y de una escucha sin juicios ni condiciones.
8. La muerte, que es inherente la vida, ¿deberíamos verla con más naturalidad?.
Absolutamente, y cuánto antes lo hagamos mejor porque estaremos valorando la vida en su totalidad. Cuando nos muramos no valdrán los títulos ni las propiedades, únicamente todo el amor que hayamos sido capaces de dar y recibir.
9. Has afirmado que “los padres en duelo somos suicidas en potencia”, ¿esto significa que has pensado seriamente en quitarte la vida?.
Si, creo que todo el mundo en una situación así lo haría. La mente construye miles de maneras de dejar de sufrir. El dolor es tan agonizante que únicamente estás en la vida porque sigues respirando.
10. ¿Ha habido algo que especialmente te haya ayudado a salir adelante?
Mis hijos han sido mi motivo para seguir viviendo durante mucho tiempo y siento una inmensa gratitud hacia los tres. A mis hijas, Gaby y Alma, por hacerme partícipe de sus días y permitirme acompañarlas en su crecimiento. Y, a Darío, por enseñarme en qué consiste el juego de la vida. Gracias a ellos hoy digo Sí a la vida.