Rocío Peces Morera. Psicóloga Sanitaria.
En el mes de diciembre es frecuente que hagamos balance del año que dejamos y comencemos a pensar en lo que queremos conseguir el próximo año. Las expectativas de año nuevo pueden ser un doble filo para la salud mental. En lugar de ver el año nuevo como una prueba de perfección, te propongo verlo como una oportunidad para crecer de manera sana y equilibrada.
Las expectativas se basan en nuestras aspiraciones y deseos más profundos. Desde un punto de vista científico es importante tener objetivos que conseguir, pero ¿qué sucede cuando esas expectativas no están alineadas con la realidad?
Cuando establecemos expectativas poco realistas, creamos una brecha entre lo que imaginamos y lo que experimentamos. Esta discrepancia puede desencadenar en respuestas emocionales, desde la frustración hasta la ansiedad. La psicología nos enseña que, a medida que esta brecha se ensancha, también lo hace el impacto en nuestra salud mental. No se trata de no tener ambición en mejorar sino de no llevarlo a términos absolutos de éxito y fracaso. La psicología positiva respalda la idea de que establecer metas alcanzables y realistas produce bienestar. Fragmentar metas ambiciosas en pasos más pequeños activa sistemas de recompensa en el cerebro, fomentando una sensación de logro que impulsa la motivación.
Imagina que decides que este año vas a entrenar diariamente, pero tus semanas están llenas de obligaciones familiares y laborales. La expectativa inicial puede generar motivación, pero cuando se enfrenta a la realidad, surge el estrés. Aquí, la brecha entre la expectativa y la realidad se convertirá en autocrítica y desánimo. En su lugar, podrías comenzar con pequeños pasos, como por ejemplo, dar un paseo dos veces por semana. Cumplirlo genera un sentido de logro que te ayudará a tener mayor motivación.
¿Qué nos puede ayudar a conseguir esas expectativas más realistas?
-Fomenta el autocuidado. Incluye actividades relajantes y de ocio, es fundamental para tener equilibrio emocional y ayuda a tener una visión más clara. A veces esos objetivos parten de momentos puntuales de desesperación ante dificultades que tenemos, la eficacia es mayor cuando los objetivos se establecen desde la tranquilidad.
–La flexibilidad como aliada. La vida es impredecible y hay semanas que es complicado hacer todo lo que nos habíamos propuesto. No podemos siempre con todo y a veces es cuestión de prioridades en función del contexto.
– Celebra el progreso. Enfatizar en lo que no haces solo hará que sientas que nunca es suficiente, intenta focalizarte mejor en lo que si vas consiguiendo, teniendo en cuenta de donde partías.
– Aprende de los desafíos. En neuropsicología se llama Neuroplasticidad. Es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse. Cuando enfrentamos obstáculos, se activan redes neuronales específicas que nos permiten adaptarnos y desarrollar nuevas estrategias para superar los obstáculos. Imagina que quieres aprender un nuevo idioma, pero se te hace muy difícil la pronunciación. El aprender de los desafíos ayuda a conseguir mayor tolerancia a la frustración, mayor resiliencia ante la vida, por tanto, menos riesgo de depresión o estrés.
