Hace casi 19 años Tres Cantos se convirtió en el primer municipio español en celebrar una boda entre personas del mismo sexo tras la aprobación del matrimonio igualitario, que colocaba a este país en la vanguardia mundial de los derechos LGTBI.
Afortunadamente, mucho han cambiado las cosas en este país para un colectivo que siempre ha sido ignorado, denostado y silenciado.
Pero, por muchos derechos que hayan conquistado (derechos que les corresponden como a cualquier otro colectivo), hoy en día, con el avance de los extremistas de derechas, que enarbolan la bandera de la libertad mientras señalan al diferente, más que nunca debemos hacerles frente con la bandera del arcoíris que nos incluye a todos.
Porque, a pesar de todo lo conseguido hasta ahora en el terreno de la igualdad, aún se persigue, se insulta y se agrede a aquel que ha decidido vivir su vida con plena libertad. Continúa habiendo prejuicios y poca o nula educación en las aulas, donde los adultos del futuro tendrán que lidiar con las desventajas que aún hoy supone querer ser fiel a uno mismo.
En diciembre fuimos testigos de cómo el Gobierno de Ayuso, que gritaba “Libertad” durante la pandemia, recortaba derechos LGTBI en la Comunidad de Madrid. Algo que sería irónico si no fuera un paso atrás en las libertades como la autodeterminación de género para las personas trans, que ya no podrán decidir de forma libre, autónoma e informada sobre su propio cuerpo, necesitando nuevamente un informe médico para poder seguir su camino en búsqueda de su propia identidad.
Frente a los derechos LGTBI se encuentra la derecha más arcaica, la religión más añeja (sea la creencia que sea), y ciertos elementos sociales que, bajo el amparo del término “tradicional”, pretenden cercenar la libertad de otros. Libertad para decidir, para amar y para vivir.
En la actualidad, 7 de cada 10 personas LGTBI no se han visibilizado en su trabajo (sólo un 10% se visibiliza con sus superiores frente al 26% que lo hace con sus compañeros). Continúa habiendo terapias de conversión (que actualmente se pretenden añadir al listado de eurocrímenes) y, desde 2019 ha habido 57.000 agresiones LGTBI. ¿Debemos, pues, estar orgullosos de la situación actual de este colectivo en nuestro país?
España es el cuarto país europeo en derechos LGTBI. Pero no debemos conformarnos. Debemos tratar de ser el primero.
Desde estas líneas, nos gustaría añadir una pequeña reflexión más: el Orgullo NO es una fiesta, es una reivindicación de derechos. Es una marcha para denunciar el señalamiento, la persecución y el asesinato de miles de personas que sólo buscaban la felicidad. Es el Día de la Dignidad.
Harvey Milk dijo: “si una bala atraviesa mi cerebro, dejad que esa bala destruya las puertas de todos los armarios”. Harvey Milk, concejal de San Francisco, fue asesinado de cinco tiros por ser diferente. Pero, ¿acaso no todos somos diferentes del resto? ¿Por qué debemos, aún hoy, seguir levantando barreras?
Por Asociación Vecinal de Tres Cantos.
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