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¿Por qué tengo tanto miedo al rechazo y abandono?

  • 6 de agosto de 2024 –
    Opinión de Tres Cantos

El origen de estos miedos normalmente lo encontramos en nuestro pasado, en cómo ha sido nuestra experiencia y en particular cómo ha sido nuestra relación con nuestras figuras principales de apego.

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El miedo rechazo y al abandono es uno de los miedos más frecuentes que podemos sentir, dos miedos que se retroalimentan uno al otro. Cuando sentimos rechazo experimentamos una sensación de frustración que conecta con el sentimiento de abandono, entonces suele aparecer la soledad, la tristeza, la sensación de falta de valía, etc.

Podemos sentir estos miedos habitualmente en relaciones de pareja, pero también son frecuentes en relaciones de amistad o familiares.

En ocasiones podemos sentirnos así cuando intentamos crear una relación, del tipo que sea, con alguien y vemos que esa relación no avanza. Puede ser que no avance porque no es el momento adecuado, porque la comunicación no es clara, o por ejemplo porque seamos dos personas tan diferentes que el amor y las ganas no es suficiente para mantener esa relación.

El origen de estos miedos normalmente lo encontramos en nuestro pasado, en cómo ha sido nuestra experiencia y en particular cómo ha sido nuestra relación con nuestras figuras principales de apego. Cuando hemos tenido experiencias negativas en nuestra infancia y nos hemos sentido solos, que no éramos suficiente, queribles o válidos para el otro, guardamos ese sentimiento en forma de herida en nuestra memoria. Esa herida, si no la hemos procesado, es decir, si no hemos aprendido a sanarla, hará que cualquier circunstancia en el presente o en un hipotético futuro, en el que haya un elemento similar al pasado, actúe de disparador y volvamos a revivir ese sentimiento de rechazo y abandono incluso con la misma intensidad que cuando éramos niños. En ese momento, aunque mi cabeza diga que es absurdo, que no tiene sentido, la intensidad de la emoción nos hace sentir “como si” fuese real y totalmente lógico. Podríamos explicar este momento como un “dejà vu” emocional porque revivimos esa experiencia traumática de nuestro pasado.

Lo paradójico es que en muchas ocasiones ese rechazo y ese abandono no es real, sólo existe en nuestra imaginación en forma de múltiples pensamientos del tipo “y si no le gusto”, “y si he dicho algo inadecuado”, etcétera, pero la simple posibilidad de que esto ocurra activa esas memorias traumáticas y el sentimiento se vuelve tan intenso que somos incapaces de razonar y pensar que tan sólo sea una posibilidad.

Es cierto que en otras ocasiones el rechazo y el abandono son reales, pero en estos casos la reacción que tenemos suele ser también muy desproporcionada y por lo general puede llevar a sentirnos nada válidos y a aumentar estos temores.

Es por esto por lo que la solución no está en hacer lo indecible para que la otra persona no nos rechace o abandone, porque en muchas ocasiones esto va a ser algo que se nos escaba del control. Lo importante será identificar de dónde viene este temor, encontrar su origen y sanar esas heridas guardadas en nuestra memoria. De esta forma nos haremos más fuertes y podremos relacionarnos desde la seguridad y la confianza, y estaremos preparados para asumir un rechazo si éste finalmente se da.

Por Rocío Peces Morera, Psicóloga Sanitaria.

Nota del editor: Las opiniones expresadas en la presente publicación son las de sus autores. Press Norte no comparte necesariamente las opiniones reflejadas y por tanto no se hace responsable de ellas.

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