Rocío Peces Morera – Psicóloga Sanitaria
Vivir con lipedema es un viaje lleno de desafíos físicos y emocionales. Desde una edad temprana, noté que mis piernas tenían una apariencia diferente a la de mis amigas. Aumentar la comprensión de esta condición puede ayudar a reducir el estigma y mejorar la empatía hacia quienes la padecen.
Como psicóloga que convive con el lipedema quiero compartir mi experiencia para dar visibilidad a esta enfermedad y ayudar a otras mujeres que puedan estar luchando con ella sin saberlo. ¿Qué es el lipedema? Es una enfermedad crónica descubierta en 1940 y reconocida por la OMS en 2018. Afecta al 15% de las mujeres y suele empezar en la pubertad, donde la grasa no se elimina con normalidad. Tiene un componente hormonal y genético. No obstante, debido a su desconocimiento, incluso entre los sanitarios, no se suele diagnosticar correctamente o se diagnostica en edades avanzadas. Se caracteriza por una acumulación anormal de grasa en las piernas y ocasionalmente en brazos. A veces también se confunde con obesidad ya que esta afección puede dificultar el mantenimiento de un peso saludable.
1. Piernas Pesadas y Dolorosas que no se alivian cuando estamos en reposo. El aumento de lipedema en las extremidades puede llevar a dificultades para moverse y a una disminución de la calidad de vida.
2. Diferencia entre Piernas y Torso; las piernas son muy desproporcionadas en comparación a la cadera, torso y tobillos.
3. Piel con aspecto de celulitis incluso estando muy delgada.
4. Moratones frecuentes de origen desconocido.
5. Resistencia a la pérdida de peso en estas zonas; se puede vivir continuamente a dieta y realizando ejercicio sin conseguir apenas resultados. Lo pueden sufrir mujeres con normopeso o incluso con infrapeso.
Y ¿Cómo afecta esto a nuestra salud mental? El lipedema es una condición que va más allá de la estética afectando a nuestra salud mental.
Una de las áreas más afectadas por el lipedema es la autoestima y la imagen corporal. Las personas con esta condición a menudo experimentan una sensación de vergüenza y culpa debido a la apariencia de sus piernas y brazos. Pudiendo llevar a la evitación de muchas situaciones sociales u ocultarse con ropa que cubra completamente el cuerpo, fotos solo de cintura para arriba, etc.
Puede haber un estrés emocional crónico y/o depresión. Existiendo una preocupación constante por la progresión de la enfermedad y una lucha continua con los síntomas físicos. La necesidad de tratamientos costosos y la presión social en los casos más graves pueden ser abrumadores.
El estrés emocional junto con los problemas de imagen corporal puede desencadenar comportamientos alimentarios no saludables, incluso trastornos de la alimentación. Consulta con un médico especializado si sospechas tenerlo. Busca apoyo y comprensión. El lipedema es una parte de ti, pero no te define. La aceptación del cuerpo es un proceso continuo, y es fundamental comprender que nuestra valía no está determinada por la apariencia física.
